Unas nubes se teñían de rojo
¡cuanto dolor se adivinó en el cielo!
mi cielo...
Despacio, lentamente
todo se va tornando gris y oscuro;
la tormenta que viene y que no llega,
mi alma un nudo...
El viento huele a lluvia,
mis lágrimas a viento,
se borra mi sonrisa
y el sol se esconde triste.
Se empañan los cristales
cuando ya finalmente
la lluvia cae;
también mis ojos,
como cristales rotos,
de lágrimas se empañan.
Y suena un trueno, un grito,
el cielo herido,
también mi corazón herido grita. |