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La palabra "Hades" plantea problemas; ¿qué quiere decir etimológicamente Hades? Etimología quiere decir ir al origen de la palabra. Cuando hacemos etimología estamos en un mito, el mito que dice que en el origen, que son las raíces, está lo "esencial", que el origen no es casual sino que revela una esencia y por eso queremos llegar a las raíces, lo radical. Es esta idea de que si no nos remontamos a las raíces perdemos de vista lo original, y las raíces normalmente están debajo de la tierra. Si uno no regresa adonde están las raíces, uno se queda con las apariencias pero no con lo esencial. La palabra "Hades" es probable que provenga de “A” que es la partícula griega que se usa para "privación", por ejemplo en a-patía,  "An-arquía" quiere decir sin gobierno, o sin principio rector (arkhé). Si "pathos" quiere decir sentimientos, apatía quiere decir carencia de sentimientos. Si "estesia" (aisthesis) es sensibilidad, "an-estesia" significa sin sensibilidad. Plutón es A-IDES y la palabra “ides” es idea. Lo que pasa que “ides” no sólo quiere decir lo que hoy entendemos por idea. "Ides" quiere decir primariamente "el aspecto", "lo que se muestra", "lo visible". Por ejemplo “qué bien se te ve, qué buen aspecto tienes”. O sea: lo que es visto.

Por lo tanto Hades como A-Ides sería lo que no se ve, lo que nunca se presenta como "aspecto" y en este sentido lo ausente. Lo ausente en el mundo de las presencias, de lo manifiesto. Si está presente, está presente en lo invisible y solo puede estar presente para lo invisible, pero en lo visible no está. Por lo tanto sólo puede presentirlo aquello que en nosotros es invisible, lo que en nosotros no se ve. Aquello que en nosotros no se ve está esencialmente vinculado a Hades y en este sentido Hades rige lo que no se ve. Se podría decir que Hades rige lo que no se ve porque está debajo, no está en la superficie: Hades no es un dios de superficies sino que es de profundidad.

¿Qué tiene profundidad en nuestra vida? Podríamos decir que el cuerpo en tanto que manifiesto siempre está en la exterioridad, siempre está en el espacio, es mensurable y tocable. Por lo tanto el cuerpo, que también es una imagen, es justamente lo que habita en el mundo de arriba, de afuera, del "ex"-terior, y el arriba de la tierra es la superficie.  Plutón no tiene nada que ver con el cuerpo porque su reino es un reino no corpóreo. Así que si lo queremos acercar a nosotros ¿qué es aquello que en mi no está en el cuerpo, no tiene cuerpo y por lo tanto no ocupa espacio, pero que sin embargo me da sentido de interioridad y lo que tiene sentido de interioridad no son las entrañas físicas.  La interioridad de la que habla Plutón no es una interioridad física, sino que es la interioridad que redescubre Freud, cuando habla que (el mundo del alma es esencialmente profundo)

Voy a sugerir a propósito, una conexión que va a ser la base de todo el seminario, entre Plutón y el alma, Plutón y lo anímico, Plutón y Psique, lo que los griegos llamaron "psyché", de donde viene "psicología". Una psicología que hoy en día traicionan los psicólogos (parece increíble) cuando practican una psicología que pretende una psique olvidada de Plutón, una psique para que se produzca más, se sea más efectivo, se participe más en la sociedad se esté más adaptado a la realidad, haya mayor rendimiento. Se pretende que una persona psicológicamente sana es una persona que está siempre en relación con otros, que participa en el mundo diurno de la efectividad, que "funciona" en términos de realidad entendida como exterioridad, que se integra en los quehaceres sociales y sobretodo que está en actividad. 

Una psicología así rechazará todo lo que desde ahí se ve como "lo otro" y lo otro ¿que va a ser? Lo otro es el vacío de la vida, la improductividad, la resistencia a cambiar o a vivir en función de realidades exteriores, el deseo de morir, la imagen de la muerte, los pensamientos suicidas, lo que no une sino que separa, lo que no se muestra sino que esconde, y a todo esto lo va a llamar "psicopatía"; es el pathos que no es sólo padecimiento sino que se interpreta como enfermedad.

En una psicología de la superficie, a pesar de que toda "psicología" tiene su raíz en la intuición de la profundidad, y sin embargo esta vocación de profundidad una y otra vez se traiciona. Freud devuelve la idea de profundidad a una psicología que la había perdido, y en este sentido vuelve a vincular el ámbito de la psique con el ámbito de Plutón. Freud es el fundador del psicoanálisis o de la "psicología profunda" y el gran investigador del inconsciente, aquel que sostiene una y otra vez que los propósitos conscientes "encubren" motivaciones inconscientes. En este sentido está diciendo: lo que se ve no sólo muestra, sino que encubre aquello desde donde se origina. Y se origina desde donde no se ve. Viene de la profundidad, y en este sentido el psicoanálisis regresa a Plutón.

Curiosamente fue Freud, en su etapa ulterior, quien postula un "principio de muerte" (Tánatos) en la psique, comple-mentario y opuesto a un principio "de vida" (Eros). Pero regresa a Plutón con una actitud de extraer desde el ámbito de Plutón una mejor adaptación a la superficie, a la vida "de todos los días", la vida cotidiana entendida como exterioridad, es decir, para él es importante ir a lo oculto a fin de reparar lo que pueda haber de patológico, y lograr así una mayor adaptación en lo manifiesto a la "realidad" cotidiana. Es decir, es una aproximación a Plutón a fin de lograr un mejor ajuste y efectividad en el mundo de arriba, y no en el mundo de abajo.  Vamos a Plutón, vamos al sub-mundo, vamos a eso que Freud llama "lo inconsciente" en búsqueda de mayor conciencia; y por "conciencia" se en-tiende lo que se ve, lo visible, la "idea" como aspecto.

Esta consciencia, que es el orgullo del occidental, es justa-mente el sujeto del mundo del día, el sujeto del mundo di-urno, el sujeto de la actividad externa. Pero ya los antiguos decían: “en el mundo de Plutón reina la noche y los hijos de la noche”. Hay mitos de la Noche, la noche es anterior a los dioses olímpicos; la Noche es uno de los principios funda-mentales de todo lo que existe y como tal, la Noche tiene hijos increíbles como la vejez, la envidia, el sentimiento de fatalidad, las lágrimas, el arrepentimiento, los sueños o incluso la muerte o Tánatos y, curiosamente, también Eros. Si le hacemos caso a Cicerón Eros era hermano de Hypnos, o sea de los sueños, y de Tánatos, o sea de la muerte.

Por lo tanto los mitos parecen hablar de que hay un Eros que no es un Eros de la superficie, no es un Eros de lo so-lar, ni del día, ni de la fertilidad, ni de la fecundidad, sino que es un Eros que permanentemente arrastra, atrae, se vincula con la noche, con la oscuridad. No es un Eros en el que se hagan regalos de boda, vajillas, lavaplatos, cuna pa-ra los futuros niños, porque los hijos de este Eros, si es que tiene hijos, pertenecen a la profundidad, no son criatu-ras de la luz. Por lo menos no de la luz del sol del día exterior.

En la mitología encontramos que Eros, que se traduce como amor y como deseo, hay muchos, y no podemos simplifi-carlo con solo una imagen. No se puede decir que el amor es el amor a participar, el amor a fecundar y el amor a unirse, porque ese es sólo uno de los modos del Eros, el que por cierto no es hijo de la noche. Pero hay otro Eros, cuando se supone que tiene que haber solo uno, y que lo demás no es Eros; entonces es cuando se niega a los hijos de la noche y, renegando de ellos, se los patologiza.

Toda experiencia erótica que pertenezca a la Noche, por lo tanto, será considerada desde la psicología diurna como un desajuste, como una enfermedad, como una patología, como algo que tiene que ser curado. Pero si tomamos en cuenta que la diosa de la Noche es muy anterior y más "original" que los dioses del Olimpo, podemos sospechar que donde se quiere una cura o un arreglo se esconde un temor.

Se quiere cambiar lo que se teme. Lo "invisible", sin em-bargo, también alienta en el impulso a "reparar", "curar", "integrar", "procesar", "superar". Lo que no se ve allí es justamente la resistencia y el temor a lo nocturno. Es un eufemismo llamar "enfermedad" o llamar "malo" a aquello que me enfrenta y me muestra mi propio dolor o mi miedo o mi límite o mi fragilidad. Se le atribuyen así al objeto todos los rasgos que nos habitan a fin de poder combatirlo.

Se hace una guerra contra "el enemigo" diciendo que el enemigo es peligroso justamente porque puede iniciar una guerra. Ponemos en el objeto los rasgos que nos habitan para justificar nuestra cruzada heroica contra aquello que tememos, y esto es bastante contemporáneo, está al día en la política contemporánea (ataque ¿preventivo? a Irak), pero no solo en la política contemporánea: lo estamos viviendo en la cotidianeidad de nuestra propia vida.
Porque ¿qué hacemos cuando nos secuestra una criatura de la noche? ¿cómo vivimos eso? Pues la mayoría lo vivimos, si lo reconocemos, con el espanto de estar lejos de una integración, de estar lejos de ser un ser enteramente diurno, de estar habitado por fantasmas, por temores, por anhelos vagamente presentidos, por "perversiones", por conductas "anormales". La llamada conducta normal está ante todo a la luz del día, pero puede ser que lo que es anormal para el día, deje de ser anormal si se le da su espacio en el ámbito imaginal, en el ámbito mitológico del reino de la Noche, que es también parte de Hades o del mundo de Plutón.

Fíjense que es difícil el entrar en el Hades, porque lo que solemos llevar ante Plutón es una máscara de defensas y prevenciones, y por lo tanto nos acercamos a Plutón como a un gran enemigo, aunque quizás los enemigos somos nosotros, quizá el enemigo está en la manera misma de la aproximación.

Si "Hades" es "invisible", la palabra "Plutón" ("plutos") en griego se relaciona con riqueza. Por ejemplo la forma de gobierno donde dominan los ricos (lo cual es una constante en la historia de la humanidad) se llama "plutocracia", así como el gobierno del pueblo (demos) "democracia", el go-bierno de los mejores (aristos) "aristocracia". Esto muestra que la palabra “plutos” que es Plutón en griego, alude a la riqueza.
Plutón era un dios al que no se le hacían ofrendas, del que no hay casi imágenes. Es sorprendente cómo el arte griego, que nos proporciona tantas imágenes de Afrodita, de Hér-cules y de tantas otras figuras mitológicas, no ofrece prác-ticamente representación de Plutón y, por supuesto, no hay templo de Plutón. ¿Cómo se va a hacer ofrendas al que ya es rico? Plutón es muy rico, pero es rico en riquezas del submundo, no es rico en riqueza de este mundo de las su-perficies, porque Plutón justamente no está en este mundo sino como ausencia.

Es posible que a los habitantes del mundo "normalizado"
de las superficies, las riquezas de Plutón no les parezca tales riquezas, porque si riqueza es salud, longevidad, fecu-ndidad y que me den muchos hijos de la carne y prospe-ridad, todo esto son expectativas del mundo del día; pero Plutón sólo puede dar lo que pertenece al submundo. Por esto ante las expectativas del mundo diurno, el mundo de Plutón aparece "hermético", tanto, que se diría que la única manera de poder recibirlo más allá de nuestros valores (o sea, no moralmente), sería abandonar toda esperanza. Es lo que según Dante,  está escrito en la puerta del Infierno: “abandonad los que entráis aquí, toda esperanza”; espe-cialmente toda esperanza de un beneficio diurno, toda es-peranza de mejoría, crecimiento, nueva vida. ¿Cómo va a dar vida el señor de los muertos? Lo que me puede dar, no es exactamente la vida, lo que me puede dar es, en cambio, un sentido olvidado de la muerte.

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