El acceso al Hades es un descenso, como corresponde a la palabra "depresión": una depresión es una hondonada, un foso (como el Sheol de los judíos). Al reino de Plutón se llega por las grietas, los fosos y las hondonadas, al reino de Plutón se desciende, dicho de otra manera: se cae. Se cae por los sitios donde hay caída; al ámbito de Plutón no se asciende, no hay ascenso a Plutón; el acceso acaece cuando el suelo se rompe, se abre bajo mis pies y me hundo, ya que Plutón aparece en el hundimiento. No es ésta la única manera de aparecer de Plutón, pero siempre que aparece va acompañado de un sentimiento de pérdida, duelo, dolor y ya veremos porqué.
Es un poco audaz presuponer que quizá en la pérdida y el dolor haya una puerta a la sabiduría, pero si hay en ello una puerta a una sabiduría, entonces no va a ser a una sabiduría de la vida, sino que va a ser a una sabiduría de la muerte. No literalicemos, ya sé que todos pensamos en la muerte como, en cuando se acabe la vida, como si fuera el prepararnos para un momento que es el último momento "natural", prepararnos para algo que vendrá, pero yo no hablo de la muerte como un acontecimiento "natural" que ocurrirá "algún día", sino de la muerte como una dimensión siempre presente. No como literalización de un hecho que ocurre en el tiempo, sino y ante todo como el posible acceso a un ámbito sin tiempo.
Mal que nos pese todos hemos sentido alguna vez la caricia o la llamada, sino de Plutón, sí de la Noche o del dolor o de la muerte o de la rabia, o del odio, porque vamos a hablar también del odio, que tiene su lugar en el Hades.
El mundo de los muertos para los griegos era donde se iba todo el que muere: buenos y malos, justos y pecadores, héroes y villanos, nobles e innobles; es decir que no tenía ninguna connotación moral ni de castigo, sino que era inevitable destino para todo lo que vive. En este sentido se podría decir que el Hades era absolutamente democrático: de Hades no se libera ni el rey, ni el rico, ni el noble, ni el famoso, ni el creador, ni el bueno, ni el triunfador. Hades es el mundo donde se entra dejando el cuerpo, abandonado a toda literalidad y a toda mirada "natural" (física).
En la Odisea, esa gran obra homérica, hay un momento en que a Odiseo, es decir Ulises, intentando regresar a Itaca se le indica que para llegar debía ir al Hades a consultar con Tiresias, el gran vidente ciego, que está en el reino de los muertos. Odiseo tiene que descender y hay un capítulo donde justamente se relata este descenso al mundo de los muertos (la "nekya") y este encuentro con los muertos.
Entre estos muertos hay antiguos amigos suyos, y también descubre que su madre ha muerto porque se la encuentra allí, hacía años que no la veía y creía que aún estaba viva.
Ahí no hay ni bien ni mal, el reino de Hades es sin moralidad, ahí ya no hay thymos que en griego quiere decir vehemencia, apasionamiento, fogosidad, sed de vida. La timocracia es el gobierno de los guerreros, los militares. El thymos es lo que nos hace ser guerreros, apasionados, nos empuja a la acción, nos compele a actuar, a manifestar, a exteriorizar; pero en el mundo de Hades no hay thymos. En griego "deseo" se dice "epithymia", lo cual tiene relación con "thymos". Tampoco hay phrenes (frenes) y "phrenes" se puede entender como ansiedad, nervio, actividad "frenética". La frenología es aquel enfoque yo diría que mítico, que aspiraba a buscar "localizaciones" del alma en los nervios y en el cerebro, "espacializar" la psique identificándola con la physis.
Homero nos cuenta que lo que habita el reino de Hades es psique, pero no thymos, el thymos no entra ahí. Esto es lo que cuesta la entrada al reino de Hades: se deja el thymos y sólo puede entrar el alma. Sólo puede entrar el alma, porque el alma desde su origen pertenece a la profundidad.
Por lo tanto se entra a Hades cuando hay una pérdida de lo que llamamos pasión por la vida, furia por vivir, urgencia vital, codicia de vida, concupiscencia. Cuando aparece Hades desaparece la urgencia vital (thymos), desaparece el deseo (epithymia) y la sed de vida, desaparece la espacialidad, la corporeidad y pasamos de un mundo tridimensional (corpóreo) a un mundo descarnado, inextenso: el de las imágenes. ¿Qué es lo que encuentra Odiseo allí? Encuentra "ídolos", "eidolon" (imágenes), eidos, a-ides, encuentra "imágenes" sin cuerpo, sin sangre, sin pasión, aquello que también se llamará "sombras". Es como si se fuera ante todo sombra, las sombras en el país de la oscuridad. Homero habla del Hades como un "mundo indeterminado y sombrío, ocupado por las sombras"
Por eso en los epitafios los griegos escribían: “vosotros que vais al Hades olvidaros de la dulce luz del sol”. Allí no llega la dulce luz del sol, allí no llega la claridad conceptual precisa, rigurosa, definida, de Apolo. Allí está lo indefinido, lo que no tiene límites y es ilimitadamente profundo, sin límite y sin fondo. No acaba la extensión, porque la extensión pertenece justamente a la superficie. Es como si en el reino del alma solo puede haber más alma, y aún más alma, lo que se podría llamar el imperio del alma, la cual hace de todo alma; toca el cuerpo y lo vuelve alma (imaginación), toma los hechos y los transforma en experiencias imaginativas; para el alma no hay "hechos", para el alma hay experiencias imaginativamente vividas, para el alma "el hecho" no es más que la puesta afuera (exteriorización, actuación) de una imagen, su encarnación tridimensional.
"Hacer alma" sería justamente desprenderse del cuerpo y esto nunca se hace voluntariamente, porque la voluntad justamente es una afirmación de phrenes y de thymos; “Quiero!”; y thymos es justamente lo que no hay en el Hades. Por eso los muertos, según cuenta Homero se acercan rápidamente cuando huelen la sangre. Odiseo hace sacrificios de animales en el Reino de los Muertos y ante la sangre se acercan las sombras, porque las sombras no tienen sangre y no tienen vida. Como no tienen ni sangre, ni phrenes, ni cuerpo, por ello mismo no hablan, no son manifiestas ni siquiera en sonido, y para poder oírlas hay que dejarles que beban la sangre. Por eso Odiseo pone su espada por delante, para que ninguna alma beba la sangre hasta que no venga en primer lugar Tiresias, que es de quien espera consejo y guía. Vale la pena advertir que Odiseo desciende al Hades a buscar sabiduría y guía, no desciende a ganar nada, ni a conquistar nada, ni a llevarse nada, ni a dominar nada, sino a buscar visión interior.
Hamilton sigue así:
... este reino, al que frecuentemente se le otorga el mismo nombre de su soberano, según la Ilíada, se hallaba situado en lugares profundos y escondidos de la Tierra. Según la Odisea, el camino que a él conduce pasa por debajo de los confines de la tierra y atraviesa el río Océano. Los poetas más recientes lo comunican con la Tierra por numerosos accesos situados en cavernas, grietas y lagos profundos.
“poetas más recientes” se refiere a Virgilio que es otro que hace una gran narración de la muerte, que es lo que actualmente hace falta en nuestra cultura. La última gran narración de la muerte es la Divina Comedia y es de antes del Renacimiento; actualmente no tenemos narraciones de la muerte, pero en cambio vamos al cine y está todo lleno de violencia y de sangre, la muerte está "ahí afuera" como "hechos"; ya no tenemos una cultura de la muerte: lo que se ha muerto justamente para nosotros es la muerte, y como no tenemos una cultura de la muerte, la muerte se transforma en un hecho externo que acaece, un hecho a temer, a evitar.
Virgilio en cambio incluye en sus Eneidas una gran narración de la muerte; lo hace en el siglo I A.C. en Roma, en el ámbito romano: retoma la manera homérica de contar, a partir de donde acaba la Ilíada y hace una hermosa narración; y también su héroe que en este caso es Eneas, hace un descenso al submundo.
En griego el encuentro con los muertos tiene lugar en el reino de los muertos, es el único lugar donde encontrarlos. No estamos hablando de nigromancia que es una trivialización de la muerte para sacar provecho en la vida. Nigromancia es la invocación de muertos para extraerles secretos, poder. Pero esto no tiene nada que ver con hacer el descenso que es adonde se encuentran los muertos En griego se llama la Nekya. "Nek" es muerte y de ahí viene la palabra "necrosis". La "nekya" es el descenso al reino de los muertos. Las escena de la Odisea de la nekya es impresionante, cuando Ulises desciende al reino de los muertos. La otra gran "nekya" está en la narración de Virgilio, cuando Eneas desciende al Hades en busca de la sabiduría de su padre muerto.
Tanto Eneas como Odiseo bajan para saber más, no bajan para conquistar, redimir, luchar. Habrá un héroe en Grecia que bajará para vencer, bajará a pelear y a conquistar y ese es Hércules, "el hombre más fuerte de la Tierra", que poseía absoluta confianza en sí mismo basada en su extraordinario vigor. En su duodécimo trabajo Hércules sacó a Cerbero, el perro guardián del submundo, y lo llevó hasta Micenas.
Posteriormente Cristo aparecerá como un segundo Hércules que vendrá a liquidar el Hades y la muerte definitivamente, tarea muy superior aún a la del primer Hércules. Para Cristo, si estás con él no hay muerte ni submundo; es: o Cristo o Hades, pero no puede ser Cristo y Hades. Como Hércules, se trata de un triunfo sobre el Hades.
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