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La pregunta que uno hace ante el Hades, a diferencia de la pregunta que uno hace ante el phrenes y el thymos es: ¿qué significa este sueño, este hecho, esta situación, o lo que sea. para mi muerte? Cuando preguntamos que sentido tiene esto para mi muerte, esto remite ya a lo esencial. No preguntamos por el sentido que tiene para "el día que me muera", sino para mi muerte YA; la muerte da la referencia desnuda de lo que las cosas son. La muerte no es algo que va a pasar, la muerte está creciendo en cada acto de mi vida, estamos haciendo muerte porque estamos haciendo alma. Naturalmente que desde el mundo de la superficie, de los "hechos", no miro al alma, miro al ego, sin advertir de que nada de lo que hago en este mundo deja de ser hecho también en el otro: los dos están a la vez. Y cuando hago algo en la luz también se hace algo en la oscuridad. Mientras yo hago aquí, lo que hago también se hace allí pero no veo lo que se hace allí. Finalmente lo que hago aquí no es lo que origina lo que se hace allí, sino más bien lo que hago aquí está originado por el hacer allí.

Hillman escribe respecto a la sombra:
"El submundo es converso al mundo diurno de modo que su comportamiento será inverso y perverso" ( pervertido de los fines naturales). "Sería bueno distinguir porque se mezclan en esta confusión submundo con subterráneo que son dos cosas distintas. Subterráneo todavía hace referencia a la tierra y submundo no tiene nada de tierra, al submundo se accede abandonando lo terrenal".

La idea de sub-terráneo se conecta con diosas griegas y por esto los analistas han confundido y han hecho del sub-mundo algo femenino, puesto que confunden el submundo con lo subterráneo, referido así a lo "terráqueo", y a las diosas de la tierra. La psicología está tan invadida por el complejo materno que no puede ver otra cosa: incluso al inconsciente lo ve como maternal, y no puede distinguir otras dimensiones que no tienen nada que ver con lo materno.

La tierra es Deméter, (para los griegos que son politeístas y por esto pueden distinguir), la tierra tiene un nivel superficial que es el nivel de Deméter, donde la tierra da granos y frutos para la vida. Deméter es "de-méter", "die Muter", "the mother", la "Mater", "la matriz". Luego hay un nivel más oscuro, negro, que es Gea. A Gea no le interesan los frutos terrestres, de Deméter; Gea es la madre de Themis, de la justicia. En Gea la tierra aparece como cuando uno dice “mi lugar en el mundo”, como el conjunto de leyes que hacen arraigar a la sociedad. Pero hay una tercera divinidad que se llama Chtoné, de donde viene lo chtónico que se ha traducido como "lo subterráneo" cuando en realidad lo subterráneo es Gea y es Deméter.

Chtoné es la parte del submundo de la tierra. Quiero decir que hay una tierra que no es una tierra tangible y que pertenece al ámbito de Hades, por eso Chtoné no es la diosa madre de frutos (Deméter) ni de justicia (Themis); su ámbito es una tierra de la muerte, es una tierra imaginal y no una tierra fructífera en leyes o en riquezas.

El confundir el mundo subterráneo de Gea, con el mundo de Hades ha hecho que se vea el mundo de Hades como un mundo maternal, al que el héroe tiene que ir a fin de conquistarlo. Pero Hades no es un mundo maternal, el mundo de Hades es androginal, es un mundo donde hay dioses y diosas, no es un mundo del imperio femenino donde el masculino lo vive como un desafío que lo puede castrar, sino que es un mundo de renuncia de la sexualidad, en todo caso de la sexualidad natural y generativa. La sexualidad en Hades es perversa y polimorfa -como decía Freud de la sexualidad infantil - y que no apunta a la reproducción de bienes terrenales, la sexualidad para Hades no es sexualidad sino que es ante todo imaginación.
Hades representa así no sólo el fin de la literalidad, sino el fin de todo naturalismo: ante "lo natural" aparece como "lo perverso" (lo que no responde a fines naturales). La sexualidad, vista "naturalmente", aparece como una función "de vida", "de reproducción"; y por ello toda conducta y deseo sexual que no conducen a la procreación son considerados "perversos" (y, en las religiones monoteístas, "pecado"). La perversión es la liberación del enfoque naturalista, y devuelve al alma y a la imaginación su imperio sobre el deseo.

Es por ello que las perversiones se atribuyen a Tánatos: sadismo, masoquismo. Son perversiones vistas desde Deméter, la diosa que quiere frutos para la tierra, pero son manifestaciones de un ámbito que no quiere frutos terrestres sino profundidad de experiencia y de imaginación, fantasía y erotismo. Por lo tanto hay un sitio para el sadismo que es llamado tal porque se juzga la conducta (el "hecho", la "actuación"), pero no se advierte la imagen poderosa que habita y conmina a esa conducta. Se manifiesta sólo como conducta sádica en el mundo diurno porque no se ve la imagen invisible que habita esas conductas y que es la presencia y la llamada del mundo nocturno. No podemos acercarnos con moralidad al Hades porque es el mundo del revés: todo lo que para nosotros es moral pierde sentido allí y por eso se puede presentar como inmoral; y por eso se lo ha proscrito cuando empiezan las conductas morales. En verdad, Hades es así el reino no sólo invertido, sino y ante todo pervertido y "subvertido".

Sigue el texto sobre la sombra:
"El submundo es de una comunidad innumerable de figuras. La infinita variedad de figuras refleja lo ilimitado del alma y los sueños devuelven a la conciencia este sentido de multiplicidad. La perspectiva politeísta arraiga en las profundidades tónicas, oscuras, no terrenales del alma. Una psicoterapia que refleje las profundidades no puede intentar lograr una individualidad indivisa o estimular una identidad personal como algo unificado... psicoterapéutico

será en los efectos desintegradores del sueño que también confronta con nuestra desintegración moral, nuestra psicopática falta de un aferre central a nosotros mismos. Los sueños nos muestran como plurales  que cada una de las formas que figuran son el pleno hombre mismo. Plenos potenciales de conducta, solo al romperse en las múltiples figuras extendemos la conciencia para que abrace y contenga sus potenciales psicopáticos".

Es decir, respecto a aquello que la conciencia unificada vive como una amenaza que tiene que evitarse, una conciencia afín-a, simpatética con la multiplicidad por su parte deviene elástica para poder dar cabida, dejar sitio: reconocer el sitio de las imágenes. Dar cabida significa reconocer primero que yo no soy uno, ni que sólo soy yo y esto es rompedor para las conductas éticas, pues entonces ya no viviré las "distracciones", lo que llamo "mis" flujos, "mis" errores, "mi" sombra, como "lo malo" en tanto yo debo ir en camino recto, sino que justamente podré reconocer que son expresiones de los otros, que en esas "distracciones" están conmigo, y son también y más que nada psique. Por lo tanto desaparece la conducta heroica que va a ir a pelear contra esto. No puedo entrar aquí sino abandonando esta esperanza, no como un luchador, un guerrero, un héroe, sino que por primera vez voy a escuchar, voy a olfatear.

Pregunta: ¿Cada una de estas fuerzas, podría ser como un arquetipo del tarot como los arcanos mayores?.

Respuesta: El tema es cómo nos acercamos al tarot y nos podemos acercar al tarot moralmente, o nos podemos acercar al tarot arquetipalmente, lo que quiere decir sin moralidad (juicio) ninguna, buscando el sitio imaginal en el que cada una de esas imágenes sea una revelación de lo que intemporalmente es y tiene que ser.

Entonces dejaríamos de vivir ésto como algo malo. Esto se conecta con la Noche, con la madre de Eros, de Tánatos, con la madre de Hypnos y de tantos más; dejaría de ser algo de lo que tengo que salir, y en cambio sería el recor-datorio de ese otro sitio de profundidad. Esto se dejaría de vivir como el apego malo que me ata, la sombra con la que combatía y se podría transformar en la manifestación de lo androginal y variado. Quizás esto hable del reino de Plutón, ya no como algo que desde la mítica cristiana tiene que ser vencido y conquistado sino más bien como algo que viene a vencerme a mi: yo soy el vencido. Y en ese sentido, sólo en ese, enriquecido no con bienes "terrenales" (éxito, frutos, avance, objetivos realizados, integración y unificación) sino con profundidad imaginativa.

Entonces la cuestión no es tanto el Tarot como, qué pone-mos nosotros en el Tarot, y esto es lo importante: más que aprender cosas en realidad sería, a la vez que hacemos alguna afirmamos, poder ver qué mirada subyace a nuestra afirmación y esto es el don de Plutón. La mirada de Plutón no mira a la cosa sino a ¿cuál es el sitio desde el cual brota, en el cual existe, la cosa? Dicho de otra manera; no ¿qué es lo que veo? Sino ¿quién ve en mi cuando veo lo que veo? Por lo tanto lo que veo es solo el espejo que me remite al que ve, y en esto consiste lo especular: espejo, no de reflexión, de reflexionar y de hacer especulaciones, sino de reflejar, comprender que todo lo que es, es primariamente reflejo. En lugar de abalanzarme sobre la figura en el espejo como si fuera lo que hay, que es lo que el thymos hace y lo que hace Hércules cuando pelea con las sombras, es ver que eso que hay ahí, aparece en el espejo porque hay alguien allí que lo proyecta. Por lo tanto no es que esto no se viva, claro que se vive pero se vive desde la profundidad y ahí aparece la naturaleza dual de Hermes y de Plutón; es adentro y es afuera, la naturaleza dual de Hades está presente, escondido no en lo que se presenta, sino como lo que se oculta en lo que se presenta.

Ingresar en el submundo es una transición desde el punto de vista material y maternal, natural y literal, hacia al punto de vista psíquico, imaginativo, simbólico y anagógico: el reino de la psique. Las tres dimensiones se vuelven dos en tanto que la perspectiva de la naturaleza, carne, materia, sustancia como concreción y exterioriza-ción se desvanece dejando una existencia de imágenes inmateriales como reflejos en un espejo.

De allí que el submundo sea el mundo de las sombras, se trata de sintonizar con lo que está ocurriendo detrás de lo que parece una acción natural o una simple conversación. Es precisamente ver sombras en lo oculto, es advertir la fantasía en el gesto, testimoniar el juego de sombras de la psique en el inconsciente vivir diario, aquí y ahora. La conciencia de esta suerte refleja contemplando no solo la realidad física enfrente de los ojos y por medio de ellos, sino mirando a los esquemas parpadeantes dentro de esa realidad física y dentro de los mismos ojos que miran: es por así decirlo una percepción de la percepción.

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